¿Por qué soy como soy? Existen seis mil millones de seres humanos en este planeta e innumerables formas de vida ¿Cómo es eso que debo ser exactamente de esa manera, que piensa, que siente, que habla, y que ve las cosas de una manera única, diferente a otro ser viviente? El símbolo que conocemos en Occidente como la Rueda de la Vida, conocida en sanscrito como bhavachakra, o Rueda del Devenir, responderé esta pregunta a través de esta lectura lo describiré detalladamente.
Recuerdo la primera vez que encontré una representación de la Rueda, estaba en una casa abandonada en la ciudad de Londres pegada en una pared blanca a punto de caerse, su borde estaba rasgado y doblado. En ese momento estaba acompañado, y nos recostábamos al borde de la pared, bajo la influencia de una u otra sustancia psicotrópica, fantaseábamos con nuestros sueños de libertad. En ese tiempo, no pude entender su significado. En el dibujo un monstruo sostiene firmemente un gran disco que está dividido en varios segmentos de los cuales raras, y misteriosas cosas suceden – gente que es cortada en pedazos, mujeres dando a luz, animales que juegan y se divierten, ejércitos que pelean, demonios que torturan gente, una pareja haciendo el amor… Nunca se me ocurrió encontrarle algún significado. Esa clase de preguntas no se hacían. Todo lo que sabía es que era una mandala, y las mandalas estaban asociadas con el Budismo Tibetano, como en The Tibetan Book of the Dead, como en los mapas psicodélicos de la conciencia de Timothy Leary, como en la portada del libro Be Here Now de Ram Das. Esto fue suficiente. La principal cosa es que nadie puede negarlo, era realmente exótico.
Si solo en ese momento hubiera sabido lo que sé ahora – que la Rueda no era realmente un afiche rasgado, sucio, y pegado a una pared agrietada – pero antes era solo un espejo, reflejando muchos de los estados por los que pasamos, mientras reposábamos sobre cobertores hindúes bajo su mirada constante. Muda, incapaz de ofrecer su sabiduría, más que una simple imagen de la Rueda, puede contarnos todas las cosas que surgen, perecerán; que nuestras mentes determinan lo que somos ahora, lo que hemos sido, y lo que seremos. También nos cuenta que podemos cambiar para mejor. Nosotros circulamos en una gran rueda del devenir – la Rueda nos habría dicho que andamos en una gran rueda de devenir, pasando a través de mundo tras mundo una y otra vez, de estados mentales tras estados mentales, vida tras vida. Revolviendo interminablemente en estados de insatisfacción, este proceso sigue avanzando indefinidamente, hasta que podamos despertar, centrarnos y comenzar a tomar el destino por nuestras propias manos.
La Rueda revela como funciona todo. Nos muestra quienes somos ahora; como las cosas pasaron como tenían que pasar; y como podemos cambiarlas para mejor. Estaba pegado a la pared a punto de caerse, la Rueda era un espejo esperando a ser explorada; un mapa esperando a ser comprendido.
Los orígenes de la Rueda de la Vida (como un símbolo desarrollado) que se encuentran en la recóndita historia budista. Antiguos textos canónicos budista contienen instrucciones para su representación grafica, y un ejemplo, data del siglo sexto antes de Cristo, ha sido preservado en una pared en las cuevas en Ajanta, en la India. Actualmente, su uso continúa siendo muy extensivo en el budismo tibetano, y ahora ha llegado a Occidente.
Una de las principales funciones de la Rueda es describir los procesos por los cuales nosotros estamos yendo al “circulo del renacimiento”. Todos los grandes maestros budistas, desde el Buda hacia adelante, han enseñado que los seres vivientes ignorantes estando atrapados en un vasto y constante proceso de renacimiento. Morimos y renacemos, una y otra vez…
Esto no dice que nosotros mismos, como somos ahora, renacemos exactamente con los mismos hábitos y características que manifestamos en el presente. Tampoco estoy sugiriendo que tenemos, en alguna parte, de alguna manera, una esencia inmutable – algo como un “alma” – que es inmortal y que rencarna después de la muerte del cuerpo. El punto de vista budista es más sutil que esto. Hay cambio y continuidad. Dependiendo de como fue antes, surge lo siguiente. Esta es una verdad universal enseñada por los budistas. Pero lo que viene después no es exactamente lo mismo, de cualquier punto de vista, como lo anterior. Todo cambia – todo el tiempo. Así que, dependiendo de como soy al momento de mi muerte, seré al momento de conciencia del primer parpadeo cuando mi próximo renacimiento se produzca. Es como una llama pasando a través un puñado de ramitas. La llama nunca es la misma. Pasando de ramita a ramita, cambia constantemente. Sin embargo hay continuidad: a pesar de que cambie, todavía habrá una llama.
De la eternidad a la vida hemos nacido y renacido, una y otra vez. La Rueda de la Vida se mantiene girando. Podemos entender esta enseñanza de dos maneras. Macroscópicamente tomamos como dice que nos movemos del nacimiento físico a la muerte física al renacimiento, una y otra vez. O, microscópicamente, podemos entender cuando dice que continuamente nos movemos de un estado mental a otro, en un proceso de constante cambio durante una vida – hasta en el transcurso de unos momentos.
Sin embargo si podemos verlo macro o microscópicamente, una cosa es cierta. Como todo lo demás, estamos en constante cambio. La Rueda de la Vida describe los mecanismos que gobiernan los profundos niveles del proceso de cambio. El pensamiento budista básico discierne dos maneras profundamente diferentes de ser. La gran mayoría de nosotros experimenta el mundo en términos de una constante reacción entre dos polos opuestos. Nosotros experimentamos cierto placer, pero en el tiempo nos dará sufrimiento. La felicidad nos da pesar, pesar a la felicidad. No conociendo la verdadera naturaleza de la realidad, nosotros giramos aparentemente sin parar entre los polos de la alegría y la tristeza. Esta tendencia cíclica es el proceso del Samsara, que es la vida como la conocemos, un continuo girar, de donde deriva la imagen de la Rueda. El nacimiento da paso a la muerte, la muerte a la vida, dando vueltas una y otra vez, una y otra vez. Pero además de este proceso “samsarico” también hay un proceso “nirvanico”.
El Nirvana, “extinguirse”, es un sinónimo de “Iluminación”. Representa la extinción de todos impulsos hacia lo egocéntrico, que fomenta la ignorancia y el engaño manteniéndonos atrapados en la Rueda. Libre de engaño, motivado por la simpatía, la generosidad, y la sabiduría, la persona inteligente actúa en el mundo únicamente para el beneficio de otros. El camino de la vida espiritual, el proceso nirvánico conduce hacia adelante y hacia atrás, lejos de la Rueda, cerca de la iluminación.
La Rueda de la Vida nos muestra como es el proceso cíclico del trabajo de Samsara, y señala el camino del Nirvana.
La doctrina de la Rueda de la Vida se apoya en la idea budista del karma. Esta idea es comprendida a menudo como un principio de justicia distributiva que determina el estado de vida de cada persona. Esto no es a través del punto de vista del Buda. En el budismo, el karma representa más o menos como “la acción querida”, y la teoría budista del karma nos dice simplemente que todos los actos queridos, del cuerpo, del habla, de la mente, inevitablemente tiene resultados, y que la calidad de esos resultados, si ellos contienen alegría o dolor, depende del estado mental que los motive. Estados mentales positivos como la bondad, la claridad y la generosidad, concede obras que traen beneficios. Estados mentales negativos, como el rencor, la confusión y la mezquindad conducen obras con resultados perjudiciales. La Rueda de la Vida muestra alguno de los caminos y los mecanismos en el cual opera el karma.
No existe una sola versión de la Rueda de la Vida, pero el descrito en este libro contiene todos los elementos que son más comúnmente encontrados. Antes de ir a examinar los componentes de este gran símbolo en mayor detalle, ante todo presentaré brevemente los principales elementos de la Rueda como la encontramos en nuestra ilustración.
La Rueda en si misma está dividida en cuatro círculos concéntricos. En el centro, encontramos a un gallo, una serpiente, y un cerdo, cada uno mordiéndole la cola al que está al frente Estos tres animales representan, avidez, odio, e ignorancia espiritual, respectivamente.
El siguiente anillo está dividido en dos, una mitad negra y la otra blanca. En la parte blanca, los seres ascienden a mundos celestiales como resultado de sus acciones virtuosas. En la mitad negra, los seres caen a los infiernos, debido a sus acciones viciosas.
La siguiente área de la Rueda, que es la más grande, está dividida en seis partes, Estas representan los seis modos de ser y mundos, dentro de los cuales la conciencia se puede manifestar. Estas son, comenzando desde arriba y procediendo en dirección a las agujas del reloj, el mundo de los dioses, los titanes, los fantasmas hambrientos, los seres infernales, los animales y los humanos.
En nuestra ilustración aparece un Buda en cada uno de los mundos. Este es el Bodhisattva Avalokiteshvara, la encarnación del aspecto compasivo de la Iluminación. Él sostiene un objeto que muestra a los seres de cada mundo lo que necesitan para tomar el siguiente paso en su desarrollo espiritual.
El círculo final de la Rueda, su borde, está dividido en doce segmentos. Estos representan varios estados del proceso de pratitya-samutpada, o “surgimiento condicionado”. Esto describe el proceso por el cual nosotros y los mundos que habitamos surgen y desaparecen dependiendo de las siempre cambiantes condiciones.
En el primer segmento, un hombre ciego con un palo va examinando su camino por delante. Esto describe el estado espiritual de la ignorancia en el cual todos lo seres no iluminados se encuentran a sí mismos. El siguiente, un ceramista que lanza macetas en una rueda. Esto describe nuestros samskaras, nuestro “formaciones de karma”, el profundo proceso habitual que está debajo de nuestras acciones. Entonces nosotros vemos un mono trepando un árbol floreado; un bote con cuatro pasajeros, uno de ellos está conduciendo; y una casa con cinco ventanas y una puerta. Esto representa la conciencia; los cinco skandhas – los constituyentes básicos de los organismos psicofísicos; y los seis órganos de los sentidos (en budismo, la mente es uno de los órganos de los sentidos). Entonces vemos a un hombre y a una mujer abrazándose, simboliza el contacto sensorial, seguido de un hombre con una flecha en su ojo, simbolizando el sentir. El siguiente, una mujer ofreciendo una bebida a un hombre sentado – sed o avidez; un hombre recoge frutas de un árbol – aferramiento; una mujer embarazada representa “devenir”. En los últimos dos segmentos vemos a una mujer dando a luz y un cuerpo – representa el nacimiento y la muerte.
Toda la Rueda está sostenida firmemente en las manos y mandíbula de un gran monstruo – Yama, el Señor de la Muerte – quien representa la gran realidad ineludible de la impermanencia universal. En un sentido, Yama tiene dos caras. Sosteniendo la Rueda, vemos como él y en su forma tradicional iracunda. Aquí él es testigo del hecho de que todas las cosas están propensas a cambiar y transformarse en otras. Nosotros reclamamos seguridad, añoráramos lo conocido, y no deseamos perder las cosas o experiencias placenteras que tenemos. Como resultado, sufrimos. Yama también representa la posibilidad de cambio para mejor. Porque las cosas son impermanentes, porque siempre estamos cambiando, cada situación puede mejorar y nosotros mismos podemos crecer y cambiar para mejor.
Como exactamente todo puede cambiar para mejor puede insinuar que al final hay dos símbolos. En la cima en la esquina derecha vemos la figura del Buda, y en la parte de arriba en la esquina izquierda una luna llena blanca, conteniendo la figura de una liebre. En Occidente tenemos al hombre en la luna; en parte de Oriente tenemos una liebre. La historia de como esto ocurrió como sigue.
Una vez allí estaba una liebre, quien se sacrifico para alimentar a invitados hambrientos. El invitado, en este caso, expulsa al gran Dios Indra, asqueado, y la liebre se convertirá en Buda, quien todavía estaba siguiendo su carrera Bodhisattva. Indra devolvió a la vida y dibujo su dibujo en la luna llena, donde puede verse aún – un constante recordatorio de la generosidad y autosacrificio del espíritu de Bodhisattva.
El Buda, señala que la liebre en la luna, indica el camino de Bodhisattva. El desarrollo de una profunda actitud altruista, él nos cuenta que es el sendero para escapar de la Rueda. Como vamos a hacerlo, sin embargo depende cuan comprensivo de como las cosas son y como ellos deben ser.
Por esta razón, la Rueda de la Vida es un símbolo de una inmensa significación espiritual. Podemos usarlo para ayudar a ubicarnos – para vernos, hasta cierto punto – como realmente somos. Nosotros conocemos entonces no solo lo que tenemos que hacer, sino también como hacerlo.